«Miguel Macaya mira las cosas como si acabaran de aparecer inexplicablemente; entra en el estudio de noche y enciende la luz y las va examinando como el egiptólogo que pasea la linterna por una cripta egipcia».
«Tienen la universalidad de las imágenes antiguas y casuales, en las que un automóvil es todos los automóviles a la vez, y la instantánea de un criminal incluye a todos los criminales y a todos los crímenes».
«Macaya nunca dice demasiado, nunca demasiado poco».
«Salta a la vista, y ha sido dicho en numerosas ocasiones, cuál es la filiación espiritual de los cuadros de Miguel Macaya. Los tenebristas barrocos, desde luego, pero también Rembrandt, del que uno se acuerda ante la imagen de un bovino de perfil. Y, cómo no, sobre todo pocos meses después de la magnífica exposición, la línea que enlaza Velázquez, Goya y Manet».